lunes, 27 de julio de 2009

Circo fuera de escena




Aquella luna sabe que es un desafío para mi razón pero disfruta del espectáculo que ofrece este circo en donde tú y yo somos la bella bailarina y el payaso que ni cuenta se da.
Imagino una mujer en la estación del tren que escribe en su bitácora el bello paisaje de aquel lugar, con sus pies cruzados en lo áspero del suelo espera bajo el sol al siguiente tren... espera con locura en un lugar con trafico cotidiano de personas y temblando de nervios, hasta el cabello se le eriza de la emoción de volver a ver aquel payaso que ni cuenta se da todavía... esa bella bailarina ha dejado sus sandalias y ahora trae puestos unos convers para viajar por el mundo recorrerlo con un caballero que ha dejado sus enormes zapatos y su graciosa nariz roja olvidados en su cancel. Imagino el momento en el que ella deja de escribir porque la tinta se ha terminado y alguien del otro lado la ha visto tratar de escribir en la suela de sus convers como una locura de último rato en su intento desesperado de volver a escribir en su papel. La mitad de una página ha llenado y no puede localizar las palabras, piensa en como reaccionar...cómo volver a empezar... la desconcentrada bailarina ahora deja el papel de un lado y con su mirada escondida en las oscurísimas gafas trata de inventar bromas y chistes sin sentido para tener qué decir cuando enfrente al payaso que aún hay dudas en que se haya dado cuenta.
La bailarina ha perdido la noción del tiempo y se percata que nunca va a llegar... piensa en el payaso maldito que nunca cuenta se va a dar...
Se prepara para regresar al circo pero un caballero la llega a bloquear, aun temblando esta vez por miedo y felicidad no se digna en hablar... siente su palpitar que se sube a su garganta y siente deseos de gritar.
Ahora solo piensa en la noche para ver a la luna si ríe o calla y constatar si ha disfrutado de aquel tan renombrado espectáculo que ha visto sin pestañear.

domingo, 4 de enero de 2009

Señora Luna


Escribo cuando las estrellas me hablan. Cuando siento que a lo lejos me miran y susurran.

Qué pensara la luna al ver a las estrellas preguntarse por mi?

Aqui esta tan frío y desolado, tan obscuro y silencioso. No hay luz y aún asi la sombra esta presente y yo sin poder escribir.

El tiempo corre en su penumbra ignorando el tan devastado corazón que su pasar a dejado en mi. Sin poder escuchar el cantar de las aves, ni al viento que se ha devuelto por culpa de mis pesares.

!Ay señora luna!^quedese conmigo, con mi canto ahogado, con mis lágrimas saladas, con mis labios secos, con mi pasión enterrada.

Que se vayan las estrellas y que se quede la luna. Que aquel único avion, todo estruendoso, se lleve cada recuerdo de ésta ilusión marcada.

Que se vayan las estrellas, porque siento que me reclaman. Ya que el silencio habla por ellas y mis oidos no quieren mas murmuros. Reclaman versos, reclaman alegría, un espacio inmenso en mi pobre y estrecho día a día.

!Ay señora luna!, usted se ha ido y me ha dejado con las estrellas, que perverso su sentir y que angustioso mi devenir.

Que venga la luz, que venga la alegría, porque lo que usted no ha entendido magestuosa luna, es que cada vez que las estrellas me miran, mi corazon se desangra por la herida que un amor dejó en su partir.

Aquel amor juró sentir mi ser cada vez que las estrellas destellen en lo alto de un cielo nocturno despejado y que con luna o sin ella, alli estaría mi ausencia.

Y allí está mi amor, tratando de dibujar mi existencia al unir estrella con estrella como un juego para niños, como un pasatiempo del retiro.

Jugará a unir estrellas hasta que llegase el momento en donde el tiempo nos juntara, aquel tan esperado momento... aquel tan esperado día.